MEXTRÓPOLI 2016

Según el filósofo alemán Peter Sloterdijk, la modernidad en arquitectura se caracteriza particularmente por dos tipos de edificaciones: la vivienda, destinada a los individuos, y los edificios destinados a las masas —él usa como ejemplo los estadios.

En el primer caso, como resultado del hacinamiento y la pobreza en las ciudades que se dio en parte como consecuencia de la revolución industrial, el estado, los empresarios, pensadores sociales y en su momento los arquitectos, dirigieron su atención al problema de la vivienda “social”: la máquina de habitar concebida como un elemento capaz de reformar la ciudad y el mundo y, al mismo tiempo, evitar la revolución.

Que Charles Jencks eligiera el momento de la demolición de un conjunto de vivienda social como la fecha para firmar el acta de defunción de la arquitectura moderna comprueba el papel primordial de ese tipo de edificación. En la época en que la mitad de los seres humanos es población urbana, de las graves crisis económicas y la creciente desigualdad, ¿Cuál es el papel que puede jugar la vivienda, de la unidad al conjunto, en las nuevas dinámicas urbanas, al parecer guiados más por dinámicas de mercado que por cierta ideología arquitectónica?