MEXTRÓPOLI 2018

Desde que Giorgio Vasari fundó en 1563 la Accademia delle Arti del Disegno hasta la Bauhaus y su voluntad implícita de transformar al mundo en una obra de arte total, la relación de la arquitectura con el diseño ha sido constante y, también, compleja. Hoy la idea del design thinking parece incluso haber ganado autonomía no sólo de cara a la arquitectura y las otras artes del diseño sino también frente al diseño como se entendió durante el siglo pasado. El diagrama en que Bruce Mau transforma la jerarquía en la que el diseño depende de los negocios que dependen de la cultura que a su vez depende de la naturaleza, para hacer que el diseño englobe todo, revela ese cambio que acaso no sea sino el clímax de esa modernidad que según Peter Sloterdijk se definió por la idea de diseño, la noción de medio ambiente y la práctica del terrorismo.

En el 2018 la Ciudad de México ostentará el título de “capital mundial del diseño.” Un nombramiento que acaso no sea más que una estrategia de mercado o una prueba de que el diseño urbano también es hoy un asunto de branding. Desde Mextrópoli, Festival de Arquitectura y Ciudad, asumimos que este nombramiento ofrece ocasión para pensar el diseño como una idea que quizá se ha ampliado tanto que requiere determinarse para ganar otros sentidos y reflexionar no sólo sobre las formas del diseño que ya conocemos —arquitectónico, industrial, gráfico, estructural, textil, de moda, de producción, etc.— sino sobre los adjetivos que hoy parecen ineludibles —social, sustentable, responsable, inteligente, ambiental, verde, etc— y volver a aquella pregunta que le hiciera, entre muchas, madame L. Amic a los Eames: ¿cuáles son los límites del diseño?